Indómita necedad la del Ser que sólo siente su pudor. Irreverente señuelo el de Ese Pájaro en su jaula. Aullidos del viento en un lugar donde no hay arriba y abajo, bramidos de silencio en esa estepa vacía donde una vez estuvimos tú y yo. Pupilas empapadas de una oscuridad que se empieza a desvanecer. Un rayo de Luna, como un haz fugaz, que se torna en esos colores, naranjas, rojos y salmón, de un nuevo día. Puestos a pensar, esto no era así, tengo Vida y Esa Vida desborda los márgenes de mi interior alzándome por encima de los sueños a un lugar en el que puedo ser yo. Yo nací Salvaje.